En el Día Mundial del Medio Ambiente
Por Iván C Montecinos
El cinco de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y es ocasión especial para reflexionar sobre los objetivos propuestos por las Naciones Unidas con relación a esta temática, entre los que se encuentran: “Motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más prospero y seguro”.
En El Salvador, como en muchos países de la región, existe una enorme deuda con el Medio Ambiente, comenzando por un marcado desinterés de los Estados por hacer cumplir leyes que protejan el ecosistema, como tampoco existen agresivas campañas educativas que enseñen a los pobladores a respetar y cuidar la naturaleza. Esto nos ha llevado a tener que convivir en lugares muy propensos a los desastres naturales que se presentan especialmente en épocas de crudo invierno. Para el caso, tenemos que para las primeras lluvias de este año, la institución responsable de la protección civil, decreto estado de alerta y se registraron algunas inundaciones.
La tremenda deforestación y la urbanización incontrolable de viviendas y grandes edificaciones en zonas de reservas naturales como la Finca El Espino, la Cordillera del Bálsamo y faldas del Volcán de San Salvador, han provocado que las aguas lluvias inunden y desborden las quebradas de las partes bajas de la capital provocando deslizamientos y enormes crecidas que ponen en peligro vidas y habitaciones de muchos lugareños. Este es el oscuro panorama que se presenta durante los meses de invierno.
Mientras tanto en las zonas más vulnerables del interior del país, la historia vuelve a repetirse en cada época lluviosa, las fuertes inundaciones en el bajo Lempa, son predecibles y sus habitantes tienen que preparase y activar los mecanismos de defensa para cuando ocurra la adversidad. Realmente es lamentable la situación de riesgo en que se encuentran muchas comunidades que no cuentan con mayores recursos para la prevención y mitigación de desastres.
Por otra parte, es oportuno hablar de cómo la degradación del Medio Ambiente ha afectado algunas ciudades o poblaciones que en épocas pasadas disfrutaron de las bondades de la naturaleza y en tiempos reciencentes todo ha cambiado repercutiendo en la vida de sus habitantes.
Aquí la breve historia de una ciudad en el Departamento de Cabañas, a 55 kilómetros de la capital, afectada por las migraciones durante la guerra, las cuales provocaron la deforestación de importantes zonas boscosas en los alrededores de la ciudad.
Ilobasco hasta finales de los años setenta, se caracterizaba por ser una ciudad muy tranquila, con todas sus calles y avenidas totalmente despejadas, el flujo vehicular era mínimo. El comercio en la ciudad era de baja intensidad, solamente un pequeño mercado y la plaza de los días domingos.
El casco urbano de Ilobasco estaba conformado por los cinco barrios tradicionales: El Centro, San Miguel, San Sebastián, Los Desamparados y El Calvario. El barrio La Cruz, mejor conocido como El Barrial, se ubicaba en zona rural.
El Departamento de Cabañas al inicio de la guerra civil que azotó al país, desde principios de 1980, se convirtió en un territorio altamente conflictivo, especialmente los municipios adyacentes como: Tejutepeque, Cinquera, Jutiapa, El Guayabo, Victoria y otros ubicados al norte- oriente del departamento. Esta conflictiva situación provocó que miles de personas que habitaban estas poblaciones comenzaran a salir huyendo para buscar refugios en lugares de mayor tranquilidad como lo era Ilobasco.
Según opiniones de versados en la materia, Ilobasco por su posición geográfica, era una ciudad estratégica para la guerrilla, ya que de aquí se abastecían los combatientes de Cuscatlán, Cabañas y Chalatenango. Por esta sencilla razón, este poblado no fue asediado militarmente por los alzados en armas y la guerra no llegó con gran intensidad a sus pobladores, salvo esporádicas ocasiones en que hubo incursiones guerrilleras de menor envergadura.
A principios de la década de los ochenta, poco a poco comenzaron a llegar a Ilobasco gran cantidad de familias en calidad de desplazados de guerra, que huían de los fuertes enfrentamientos entre el ejército y la guerrilla. En un principio estas personas pensaban que la permanencia en este lugar sería pasajera, ya que se consideraba que la guerra duraría un corto tiempo. Luego comenzaron a pasar los años y el conflicto armado lejos de terminar, aumentaba su accionar, lo que hizo presagiar que esta situación iba para largo.
Las personas que llegaron a Ilobasco, ante la prolongación de la guerra vieron frustradas sus esperanzas de regresar a sus lugares de origen y resignados comenzaron a comprar pequeñas parcelas de tierra en las orillas del pueblo. De esta manera se iniciaron los nuevos asentamientos poblacionales que han dado origen a un nuevo Ilobasco.
Otro factor que también contribuyó a la nueva repoblación de Ilobasco, es el hecho de que muchos pobladores de los cantones del municipio, a partir de la década de los ochenta, comenzaron a emigrar hacia los Estados Unidos. Esto provocó que estos emigrantes también trasladaran a sus familiares a la ciudad.
Todo este fenómeno de repoblación de las últimas tres décadas, ha causado un gran impacto en el área urbana de Ilobasco, hasta llegar al grado de cambiar la geografía y clima. Ahora la ciudad esta conformada por los cinco barrios tradicionales y más de treinta colonias.
A raíz de la formación del nuevo centro poblacional en Ilobasco, se inició una indiscriminada deforestación de las grandes fincas que rodeaban el pueblo, las cuales se convirtieron en lotificaciones que han servido para la formación de las nuevas colonias que proliferaron sin ningún orden urbanístico.
La descontrolada deforestación trajo como consecuencia un cambio climático en el Medio Ambiente. Ilobasco hasta los finales de loa años setenta, tenía un clima agradablemente fresco que luego cambió a caluroso.
Muchos originarios de Ilobasco, mayores de cuarenta años, recuerdan con nostalgia aquel clima fresco que les obligaba a utilizar abrigos en determinadas horas de la noche y la madrugada, ya fuera invierno o verano; también añoran el placer de disfrutar aquellas noches y madrugadas llenas de una densa neblina provocadas por las bajas temperaturas.
Otro fenómeno ambiental resultado de la deforestación indiscriminada y la contaminación, es la desaparición paulatina de una gran cantidad de caudalosos ríos que eran el deleite de los ilobasquenses. Si una persona se ubicaba en el centro de la ciudad, en el parque, para donde apuntara encontraba un río de aguas cristalinas y puras, donde los habitantes llegaban a bañarse, pescar y lavar ropa. Los ríos más conocidos eran Los Naranjos, El Molino, El Frió, Agua Caliente, El Copinol, Oratorio, Los frailes, La Golondrina, Menjívar, La presa de los Arevalos y otros. Algunos de estos afluentes desaparecieron y otros están altamente contaminados ya que ahí desembocan las aguas negras de la ciudad.
Esta es la triste realidad y un claro ejemplo de cómo la destrucción del Medio Ambiente ha impactado fuertemente en la calidad de vida de un asentamiento humano.
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