El poder de transformación que tienen las elecciones
Por Iván C Montecinos
Sin lugar a dudas, los procesos eleccionarios en el país tienen el gran poder de cambiar y transformar situaciones y personalidades de aquellos aspirantes a obtener un cargo público ya sea como diputados o alcaldes en los comicios del 11 de marzo. Toda esta metamorfosis se puede apreciar en la abrumadora propaganda política que transmiten los diferentes medios de comunicación.
Para el caso, en los spot propagandísticos televisivos se puede valorar como los diferentes candidatos hacen gala de sus mejores expresiones, muchas de las cuales notoriamente son fingidas, con ofrecimientos difíciles de cumplir, como bien dice el refrán: “Con ofrecer nadie queda pobre”. Lo más curioso es que entre estos hay algunos candidatos que van a reelección de sus cargos y son muy conocidos por su cuestionada trayectoria política.
Así tenemos que entre los aspirantes a un cargo publico hay miembros de un partido que se auto denomina derecha, conformado por tránsfugas del otrora partido de gobierno y quienes expresan ser los salvadores de la patria y critican fuertemente a sus antiguos camaradas por lo que en el pasado hicieron mal o dejaron de hacer, como que si ellos en su momento, no formaron parte de estas decisiones y contribuyeron con sus votos a aprobar leyes nocivas para el pueblo salvadoreño, como es el caso de la agobiante dolarización de nuestra moneda.
Otro candidato tiene el valor de pintar su fotografía en la parte trasera de algunos buses y utilizar el slogan “honradez” y “experiencia”, cuando todo mundo conoce que este personaje tiene muchos años de vivir como diputado, con uno de los partidos políticos recién desaparecido, cuya fama es la de haberse prestado a la corrupción. Esto es valor aparte, hay políticos que hace mucho tiempo deberían estar retirados gozando de sus jugosas pensiones y dejar que surjan jóvenes con ideas frescas.
También, en esta campaña electoral, es común la transformación en muchos candidatos que al salir a recorrer las calles y mercados “espontáneamente” abrazan a las señoras humildes de los mercados, juguetean y cargan en sus brazos a niños. Una candidata a diputada, quien jamás en su privilegiada vida ha palmeado una tortilla, hoy aparece en muchas fotos haciendo esta tarea exclusiva de mujeres humildes y para hacer más espectáculo hasta se puso un canasto en la cabeza, para parecer simpática ante las cámaras y ganar algunos votos.
Vale decir que en este proceso electoral compiten candidatos con diversidad de profesiones: abogados, religiosos católicos y evangélicos, médicos, militares, periodistas y hasta agiotistas usureros que hoy se promueven como benefactores de la sociedad.
Ciertamente las elecciones tienen un poder especial de cambiar situaciones que en el pasado fueron imposibles, tal es el caso de la recién aprobada ley de los medicamentos que permaneció engavetada por casi una década y en el tiempo record de una plenaria fue aprobada por todos los partidos políticos, incluso por aquellos que la rechazaron durante muchos años. Inmediatamente a su aprobación dicha Ley de Medicamentos, todos los partidos comenzaron hacer propaganda en los medios de comunicación, arrogándose el derecho de ser los impulsores de la ley. Es decir se subieron al tren del proceso electoral.
De la misma manera, en la plenaria de esta semana, los partidos conservadores con el respaldo de instituciones moralistas de la derecha, aprovechándose del río revuelto de la campaña electoral, introdujeron para su aprobación una reforma constitucional para ratificar el matrimonio entre hombre y mujer así nacidos; por supuesto el partido oficial negó sus votos y explicó sus argumentos. Esta posición del FMLN, con seguridad será utilizada por sus opositores, en senda propaganda política en los días que faltan para el cierre del proselitismo.
Bien, así las cosas en el folklore salvadoreño de la campaña electoral, donde es valido cualquier argumento que tenga como objetivo tratar de ganar ese voto que pueda hacer la diferencia el día de la elección; mientras tanto, es valida la frase que según especialistas en literatura, no la dijo Don Quijote: “Cosas veredes amigo Sancho” .
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