miércoles, 11 de enero de 2012

Un libro en el Vigésimo Aniversario de los Acuerdos de Paz


Por Iván C Montecinos



Grandes preparativos se están haciendo  para conmemorar el Vigésimo Aniversario de  los acuerdos de Paz, los cuales fueron firmados por representantes de las partes beligerantes de la guerra civil salvadoreña  el 16 de Enero de 1992, en el Castillo de Chapultepec, México. Con este ceremonioso acto se le ponía punto final a doce fatídicos años de conflicto armado que vivió el pueblo salvadoreño.

En el marco de la conmemoración y celebración de este importante Aniversario, será presentado el próximo viernes 13 de enero el libro “Arriesgar la vida para...fotografiar la muerte”, el cual esta basado en una serie de relatos que yo viví como fotoperiodista cubriendo las acciones bélicas  de principio a fin, es decir de 1979 hasta 1992. Esta obra escrita cronológicamente contiene muchos datos, nombres, hechos y fechas  que en determinados momentos hicieron historia en el país.

No es pretensión escribir la historia  sobre la reciente guerra civil, más bien en el libro se plasma la visión particular de un periodista que trabajó como fotógrafo para Agencias de noticias internacionales como la United Press International(UPI) y la Agence France Press(AFP) y como tal, tuve el privilegio de registrar  con mis cámaras fotográficas sucesos importantes que impactaron a nivel mundial.

Es muy importante para el país  que algunos protagonistas del conflicto  hallan escrito libros en formato literario, como las diferentes novelas que se encuentran en las librerías o que otros hallan relatado de manera testimonial las experiencias que vivieron como combatientes, políticos o miembros de la sociedad civil,  involucrados de una u otra manera en la dramática guerra civil.

En mi caso particular lo que he escrito en el libro “Arriesgar la vida para...fotografiar la muerte” son relatos testimoniales de hechos que en el transcurso de la guerra me toco cubrir periodísticamente y que en su momento fueron importantes noticias. También relató algunas de las vicisitudes que nos tocaba pasar a los corresponsales extranjeros cuando salíamos a las zonas conflictivas,  para fotografíar los  enfrentamientos entre soldados y guerrilleros   que a diario se reportaban,  así como el sufrimiento de la población civil que huía despavorida por  los intensos bombardeos  de la  Fuerza Aérea Salvadoeña.  otro de los temas al  que le dimos mucho seguimiento fue el caso de los miles de desplazados y refugiados que buscaban la protección en improvisados campamentos en la zona fronteriza con Honduras. El Trabajo más desagradable era el de fotografiar los cadaveres que a diario aparecían en las calles y carreteras, victimas de los terroríficos Escuadrones de la Muerte.   

Las guerras por su naturaleza atraen gran cantidad de periodistas internacionales  y El Salvador no fue la excepción, a partir    de los años ochenta, llegaron centenares de corresponsales  de todas partes del mundo, algunos experimentados, pero otros novatos venían con la idea de formarse una cotizada carrera profesional, para lo cual tomaban grandes riesgos al hacer coberturas peligrosas en zonas  donde se desarrollaban fuertes combates

 Se debe recordar que la guerra civil  de nuestro país, por más de diez años fue la noticia más importante del mundo y se publicaba en las primeras planas de los periódicos,  similar a lo que esta ocurriendo hoy, con la información de los conflictos en Irak, Afganistán, Libia, Egipto etc.

Es importante mencionar que en el transcurso del conflicto armado salvadoreño, perdieron la vida más de 17 periodistas, entre nacionales e internacionales y en el libro “Arriesgar la vida para... fotografiar la muerte” se relata la forma en que la mayoría falleció, ya fuera durante la cobertura de un combate, asesinados por  el ejército o por causa de una mina colocada por la guerrilla. La muerte de un periodista siempre impactaba; pero particularmente a mí me impresiono sobremanera  la de aquellos compañeros con los cuales  solíamos trabajar  juntos en difíciles coberturas.

Recuerdos imperecederos tengo de  amigos como: Ignacio Rodríguez Terraza, periodista mexicano que trabajaba para la revista Proceso, murió abatido durante un enfrentamiento en San Salvador en agosto de 1980, convirtiéndose en el primer corresponsal extranjero muerto  en la guerra civil salvadoreña.  Ian Mates, camarógrafo Sudafricano que trabajaba para UPI Televisión de Inglaterra  falleció por una herida causada por una esquirla de mina que la guerrilla había colocado en la carretera que de Aguilares conduce a Suchitototo, durante los combates de la Ofensiva Final del 10 de enero de 1981. John Hoagland, fotógrafo norteamericano que trabajaba para la revista  Newsweek, perdió la vida durante un enfrentamiento en la carretera a Suchitoto, en marzo de 1984, con Hoagland nos unía una fuerte amistad ya que se convirtió en mi maestro de fotografía desde su llegada al país en 1980.

El libro “Arriesgar la vida para...fotografiar la muerte” también se  relatan  hechos  importantes como el    diálogo y la negociaciación entre las partes beligerantes FMLN-FDR y Gobierno- Fuerza Armada. Este difícil proceso comenzó con el Diálogo de La Palma, el 15 de octubre de 1984, sin resultados concretos; luego el diálogo se reinició en la población de Ayagualo, La Libertad, el 30 de noviembre de 1984, sin mayores resultados. Después  el 4 de octubre de 1987, se reanudaron  las conversaciones en la Nunciatura Apostólica de San Salvador, donde tampoco se logró el objetivo de finalizar la guerra.

Después de la llamada Ofensiva hasta el Tope que la guerrilla lanzó en noviembre de 1989, finalmente en el mes de abril de 1990 en  Ginebra, Suiza en una reunión  entre representantes del  Gobierno y  FMLN, se comprometieron ante el Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar a iniciar platicas de negociación que pusieran fin a la guerra. Luego de intensas reuniones entre las partes beligerantes.  Por fin el 16 de enero de 1992, se firmaron los Acuerdos que callaban los tambores de la guerra y daban paso al repicar de  las campanas que anunciaban  la Paz.

Sirva el libro “Arriesgar la vida para...fotografiar la muerte” para contribuir al rescate de la memoria histórica de los salvadoreños y que los dolorosos hechos de la guerra  que aquí se relatan no se vuelvan a repetir jamás. Que así sea.

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