La Masacre de El Mozote en la memoria histórica
Por Iván C Montecinos
El próximo 11 de diciembre se conmemora el 30 aniversario de la masacre de El Mozote, uno de los mayores actos de barbarie contra la población civil, cometidos por soldados de la Fuerza Armada, quienes de la manera más cruel asesinaron a sangre fría en el caserío El Mozote a más de 400 personas, entre niños, ancianos, mujeres y hombres que no pertenecían a ninguna organización popular, según lo consigna una investigación de Tutela Legal del Arzobispado.
Esta masacre fue realizada, según la Comisión de la Verdad, por soldados del Batallón Atlacatl y otras guarniciones en el marco de un fuerte operativo militar desarrollado entre el 9 y el 13 de diciembre de 1981, en la parte norte del Departamento de Morazán que abarcó los caseríos: La Joya, Ranchería, Los Toriles, Jocote Amarillo, Cerro Pando, Cerro Ortiz y El Mozote. El saldo trágico en todo el operativo se calcula en 765 victimas, muchas de las cuales han sido identificadas.
Lo sucedido, en El Mozote el 11 de diciembre de 1981, se conoció con detalles gracias al testimonio de Rufina Amaya Márquez, ya que fue la única persona que logró sobrevivir a este exterminio masivo, donde murieron cuatro de sus hijos y su compañero de vida. Esta valiente mujer denunció en el ámbito nacional e internacional la brutalidad y el salvajismo con que fueron asesinados los habitantes del caserío El Mozote.
Hoy a 30 años de la mayor violación a los Derechos Humanos durante la pasada guerra civil, las comunidades de Morazán y de otros lugares del país se reúnen para conmemorar, recordar y pedir justicia para los centenares de víctimas. El tiempo ha pasado, pero para los familiares y vecinos de las comunidades afectadas, las heridas siguen abiertas y sangrantes, demandando del Estado Salvadoreño, una actitud responsable que repare, en alguna forma, el dolor causado a través de una sincera justicia restaurativa.
Ante la indiferencia de las instituciones salvadoreñas responsables de impartir justicia en el caso de El Mozote, los familiares de las victimas con el apoyo de Tutela Legal del Arzobispado y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) interpusieron una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien a su vez el 25 de marzo de este año, pasó el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la que se encargará de emitir un fallo, que se espera sea condenatorio para el Estado Salvadoreño y se logre la tan ansiada justicia y reparación para las victimas de una de las mayores masacres ejecutadas por militares durante la pasada conflagración bélica.
De poco vale que el Presidente de la República se conmiseré y pida perdón a nombre del Estado por los brutales hechos cometidos durante la guerra, si esta acción no es acompañada por una verdadera política de reparación a los familiares de las víctimas. Todo parece indicar que la tan anhelada justicia tendrá que venir de organismos internacionales, como es el actual caso del asesinato de los sacerdotes jesuitas y dos empleadas, que esta siendo ventilado en una Corte española.
Para el caso, vale traer a cuenta la información de una agencia de noticias que dice lo siguiente: “El ejercitó uruguayo tendió hoy la mano a las victimas de la dictadura, anunciando en un gesto inédito que no cobijara en sus filas a asesinos y no tolerara pactos de silencio para proteger los represores, tras el reciente hallazgo en un cuartel de los restos de un maestro secuestrado y asesinado en 1977”.
El cable noticioso agrega que: “El Presidente uruguayo, el exguerrillero José Mujica, y organizaciones defensoras de los Derechos Humanos han solicitado repetidamente a los militares retirados que faciliten información para dar con los restos de los desaparecidos”.
El Salvador está a años luz que sé de una situación como la que acontece actualmente en Uruguay. Cuánto tiempo más tendrán que esperar los familiares de las miles de victimas de la guerra, que como los de El Mozote, este 11 de diciembre cumplen 30 años de permanecer en vigilia por una justicia que todavía no llega.
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