Por: Iván C Montecinos
En la historia de los pueblos hay fechas y hechos especiales que no pueden ni deben pasar desapercibidas, este es el caso de El Salvador con la primera ofensiva militar guerrillera, lanzada el 10 de enero de 1981, en esta trascendental fecha se marca el inicio de una cruenta guerra civil, que al inició se creyó duraría unos pocos meses, sin embargo duró más de una década, la cual dejó miles de muertos, entre soldados, guerrilleros y población civil.
De aquella terrible experiencia de la guerra, hace 32 años, cada cual de los salvadoreños la vivió de diferentes maneras, unos desde el punto de vista militar ya fuera guerrillero o soldado del ejército, los más, la población civil que fue la principal victima que sufrió los embates de los recios enfrentamientos donde muchos murieron producto de los cruentos combates y miles abandonaron sus lugares de origen para resguardarse del peligro en otras ciudades o países., donde tomaron el estatus de “refugiados o desplazados”.
En mi caso particular viví este fragmento de la historia cuando aún era un joven incipiente e inexperto fotoperiodista, trabajando para la agencia de noticias norteamericana United Press International (UPI).
A continuación una parte del relato sobre este hecho, tomado del libro “Arriesgar la vida para fotografiar la muerte”.
La ofensiva Final
Con la llegada de 1981, aumentaron los rumores sobre el lanzamiento de una ofensiva guerrillera, la cual se preparaba para una indeterminada fecha próxima, esta acción se esperaba fuera de gran envergadura militar; pero nadie en círculos periodísticos estaba informado de cómo, cuándo y dónde se podría producir una operación insurgente de naturaleza semejante a la realizada por el Frente Sandinista en Nicaragua el año de 1979, que determinó el triunfo de la revolución y como resultado lograron la caída del Dictador Anastasio Somoza.
Al inicio de la primera semana de enero, el jefe de la Agencia de noticias United Press International (UPI), Demetrio Olaciregi, nos planteó a los inseparables Juanes, John Hoagland, Ian Mates e Iván Montecinos la urgente necesidad de viajar al Cerro de Guazapa, para hacer un trabajo especial con la guerrilla, no se nos dieron mayores detalles y presumimos se trataba de cubrir alguna conferencia de prensa que ofrecerían comandantes guerrilleros con relación a la próxima ofensiva.
Como siempre, planificamos todo lo concerniente a aquel viaje, hora de salida, punto de entrada, los contactos, la cantidad de material y equipo, en fin, todos los detalles necesarios para ir a trabajar en una zona de alto riesgo.
Determinamos salir para el Cerro de Guazapa, el viernes nueve de enero de 1981; pero dos días antes del viaje, recibí una preocupante llamada de mi familia, donde con urgencia requerían mi presencia, ya que uno de mis pequeños hijos estaba gravemente enfermo, esta imprevista situación alteraba los planes de nuestro viaje, les comuniqué a los compañeros el problema que me dificultaba acompañarlos.
Ante esta inesperada circunstancia comenzamos la discusión para buscar un fotógrafo sustituto de confianza, capaz de realizar un buen trabajo. Después de deliberar determinamos que la persona indicada era ni más ni menos que la renombrada fotoperiodista norteamericana Susan Meicelas, quien se encontraba en el país atraída por las noticias de la ofensiva.
A Susan la conocí por medio de Hoagland, con quien le unía una fuerte amistad, pues trabajaron juntos durante la guerra de Nicaragua. La sugerencia sobre esta fotógrafa fue de inmediato aceptada. La contactamos y ella recibió la propuesta con gran alegría. Como fotoperiodista de experiencia valoró la importancia del trabajo fotográfico a realizar en un bastión de las fuerzas guerrilleras.
Susan es una experimentada fotógrafa, muy profesional con un destacado trabajo en la cobertura de la guerra de Nicaragua, además, es una persona de muy buen carácter y solidaria con los compañeros. El problema de mi ausencia al viaje del Cerro de Guazapa quedaba resuelto y con intranquilidad por lo de mi hijo salí para el pueblo, mientras los colegas ultimaban detalles para el delicado y confidencial trabajo en aquella zona conflictiva.
El sábado 10 de enero de 1981, me encontraba en Ilobasco, cuando avanzada la noche desperté sobresaltado por un fuerte tiroteo que se escuchaba por toda la ciudad, la guerrilla estaba atacando las pequeñas guarniciones militares de la Policía Nacional, Guardia Nacional y la Defensa Civil, lo nutrido del tiroteo me hizo presagiar algo más grave. En ese momento me comuniqué vía teléfono con un colega periodista, quien me confirmó que la anunciada ofensiva guerrillera había comenzado esa noche, inmediatamente relacioné esta situación con el trabajo periodístico en el Cerro Guazapa.
Con las primeras luces del amanecer y luego de una tensa calma después del tiroteo, salí volado para la capital, sorteando barricadas de piedras y restos de árboles colocados por los guerrilleros en diferentes puntos del camino, las que pasaba con mucho cuidado con el temor de que explotara una mina. Sin lugar a equivocaciones, yo era el primer atrevido en transitar por la carretera.
Durante el trayecto a San Salvador, me acompañaban la ansiedad y la incertidumbre, en todo el camino pensaba con mucha preocupación, la forma en que los periodistas y especialmente los fotógrafos cubriríamos las acciones bélicas de la ofensiva guerrillera, de la cual no tenía ni la menor idea de cómo se iba a desarrollar.
Mientras tanto no perdí tiempo, en el camino hice fotos de los primeros hechos que a mi criterio eran importantes, como las barricadas en la carretera, los cadáveres de unos guerrilleros en San Martín, el sabotaje al tren en la entrada a Ciudad Credisa provocado por los insurgentes, el cual impedía la entrada y salida de la colonia, y otros acontecimientos que llamaban la atención de mi inexperta capacidad foto periodística. Según yo, esperaba tener el suficiente material fotográfico para trasmitir, mientras Hoagland regresaba de la delicada misión encomendada en el cero de Guazapa, para que se hiciera cargo de la situación.
Al llegar a la oficina de UPI me llevé tremenda sorpresa al encontrar a los compañeros que deberían estar en la zona del cerro de Guazapa. Ahí estaba Ian Mates con un semblante triste y decaído con pocos deseos de hablar, quien me dijo: “luego te explico lo ocurrido con el viaje”.
Por su parte Hoagland también estaba bastante confundido y muy desanimado, tampoco quiso hablar sobre el frustrado viaje, en cambio me pidió encontrarnos en el laboratorio fotográfico ya que tenía que comunicarme algo extremadamente importante. Me reuní con Hoagland, quien con una actitud muy seria y parsimoniosa, hablando en voz baja me explicó algo que me dejó muy sorprendido: “Te diré algo muy serio y espero lo comprendas, pero desde este momento me retiro de la Agencia, ya firmé un contrato para trabajar con la revista Newsweek y de ahora en adelante tú quedas a cargo de la fotografía de UPI”. Aquellas palabras de John me dejaron con la boca abierta, cómo podía ser posible dejar la Agencia en un momento tan delicado en el inicio de la ofensiva guerrillera.
En una primera reacción ante semejante proposición, le expresé al compañero mi desacuerdo con esa desatinada decisión y trate de explicarle sobre mi falta de experiencia para hacerme responsable de la fotografía de UPI en un momento tan trascendental.
Hoagland trataba de animarme diciéndome: “Tú ya estás capacitado, eres un buen fotógrafo y la experiencia la tomarás en el camino”. Pero eso no era todo, la oficina regional en México no estaba enterada para nada de aquellos planes del fotógrafo norteamericano, ni él pensaba comunicárselos.
Muy nervioso por los acontecimientos bélicos de la ofensiva y por esta nueva situación en donde de improviso me convertía en el titular de fotos de la Agencia UPI. Comencé a transmitir fotografías de aquella trascendental acción bélica, ante el asombro de los jefes en México, para quienes yo era un total desconocido. Parece mentira, pero en aquel momento, no me alegré por aquella nueva situación que de porrazo me daba un nuevo e importante estatus como fotógrafo de guerra, al contrario me sentí abrumado por la tremenda responsabilidad que estaba heredando, mi cabeza era un torbellino de ideas desordenadas.
Como era de suponer, Lou García, el gran jefe de fotos en México, se desconcertó por la actitud tomada por John al dejar la Agencia, pero no había marcha atrás. Lou comenzó la difícil tarea de apoyar y asesorar, vía teléfono, a un fotógrafo desconocido e inexperto, que con coraje aceptaba el reto de una cobertura periodística en un momento tan delicado del país.
Las primeras fotos transmitidas fueron las tomadas cuando venía de Ilobasco, luego después asistí a las conferencias de prensa del Presidente de la Junta de Gobierno, José Napoleón Duarte y los altos jefes militares de aquel momento, el Coronel Abdul Gutiérrez y el General Guillermo García, Ministro de Defensa, quienes anunciaron con preocupación la gravedad de aquella ofensiva guerrillera.
Durante los primeros días de acciones militares, para mí fue difícil hacer fotos de los enfrentamientos, en primer lugar, no era claro lo que estaba pasando, en la capital no se daban batallas directas entre guerrilla y ejército. Los cruentos combates estaban afuera, en ciudades como: Santa Ana, Suchitoto y Gotera, como yo me encontraba trabajando solo, se me dificultaba viajar a los lugares conflictivos; sin embargo fui a San Lorenzo, departamento de San Vicente, donde por primera vez encontré un grupo de inexpertos guerrilleros que se tomaron la población abandonada por los militares y la mayoría de sus habitantes, aquí tome fotografías de combatientes decididos a defender sus posiciones de aquel pequeño y desolado poblado.
A pesar de mi inexperiencia, pase relativamente bien, aquella primera prueba de trabajar para una agencia internacional, la que tomé con mucha seriedad y responsabilidad. Esta cobertura de los primeros días de la llamada “Ofensiva Final”, fue la carta de presentación para entrar a trabajar de lleno, como fotógrafo de la prestigiosa Agencia de Noticias Norteamericana, United Press International (UPI).
Mucho gusto, deseo saber dónde puedo comprar su libro.
ResponderEliminarUn saludo, Jorge Amaya.
Muy buen análisis de la historia de la primera Ofensiva General del FMLN de 1981, desde la perspectiva de un periodista.
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