martes, 30 de octubre de 2012

31 de Octubre de 1989: Demoledor atentado  contra FENASTRAS


Por: Iván C Montecinos


                                           Sede de FENASTRAS destruida por atentado dina-
                                           mitero el 31 de Octubre de 1989.
                                          
A pesar de la vorágine de violencia que experimentaba el país, el diálogo entre el Gobierno y el FDR-FMLN se reanudó en México, el 13 de septiembre de 1989, sin lograr mayores acuerdos. Luego, continuó una segunda ronda de negociación en San José, Costa Rica; a mediados de octubre. En esta reunión, la novedad fue la asistencia como observador de las Naciones Unidas, el enviado especial Álvaro de Soto. Aquí, por primera vez, se acordó discutir un cese de hostilidades en un próximo encuentro, programado para noviembre en Caracas, Venezuela. Por fin, llegaban  buenas noticias para el pueblo salvadoreño que vería algo de luz, en la oscuridad de la guerra; pero en este país las cosas no estaban escritas en piedra, después de la reunión en Costa Rica, donde se dieron informaciones muy alentadoras,  ocurrió un lamentable hecho que  tiró por el suelo toda iniciativa de seguir con las conversaciones de paz.

El 31 de octubre de 1989, en plena luz del día, un criminal y demoledor atentado dinamitero sacudió  los cimientos de la  nueva  sede del sindicato de FENASTRAS(Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños),  en el momento en que ahí se encontraba una gran cantidad de sindicalistas. Este brutal atentado dejó como resultado,  una decena de muertos y más de 40 heridos. La fuerte explosión se escuchó por toda la capital, como a eso de las 11 de la mañana; los periodistas, inmediatamente, corrimos hacia aquel lugar, donde nos  encontramos con aquellas repetidas escenas de destrucción y muerte, el local del sindicato de los trabajadores prácticamente quedó demolido y entre sus escombros se encontraba muerta la reconocida líder obrera Febe Elizabeth Velásquez.

Aquel atentado fue el inicio de grandes manifestaciones populares llenas de violencia y destrucción. Estas acciones comenzaron durante el entierro masivo de los sindicalistas,  que se convirtió en una marcha de protesta con miles de participantes que recorrieron el trayecto hacia el Cementerio General, quienes a su paso destruían vehículos del transporte colectivo y cuanto carro nacional encontraban.  Estos disturbios paralizaron la capital, los negocios por temor a los graves hechos cerraron las puertas y bajaron las cortinas.

Durante el trayecto del funeral, los manifestantes gritaban fuerte consignas contra el Gobierno, quemaban vehículos y pintaban leyendas en las paredes.

 Mientras se desarrollaban los funerales, algunos líderes sindicales hablaban con los corresponsales extranjeros a quienes se les comenzó a informar, que dentro de poco tiempo  ocurriría algo grave en la capital, no daban detalles, ni fechas específicas; pero se  aseguraba que algo de gran magnitud se acercaba.

Al finalizar el entierro masivo,  los sindicalistas se tomaron y cerraron la calle frente al demolido edificio de FENASTRAS, al costado oriente del Mercado

Cuartel, donde levantaron barricadas en un abierto desafió al ejército y los cuerpos de seguridad, así se mantuvieron durante varios días, vigilados de cerca por los cuerpos represivos, sin mayores consecuencias.

Después del atentado a FENASTRAS, el ambiente en la capital se volvió más tenso y comenzó a correr el fuerte rumor de que la guerrilla se estaba preparando para lanzar  una potente ofensiva a escala nacional; pero esta vez,  abarcaría la ciudad capital y poblaciones cercanas como Soyapango, Mejicanos, Cuscatancingo, Zacamil, en fin todos los barrios populares de San Salvador y sus alrededores.

La expectativa era grande,  al país comenzaron a llegar gran cantidad de corresponsales extranjeros, atraídos por los fuertes rumores de una gran ofensiva guerrillera. Todos los periodistas estábamos conscientes de la gravedad de los hechos que se aproximaban y como siempre nos preparábamos material y mentalmente para trabajar en los futuros acontecimientos.

Nota: Material tomado del libro “Arriesgar la vida para... fotografiar la muerte” de Iván C Montecinos, editado por Editorial Liz.

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