UN NOBLE VAGABUNDO
Por: Iván C Montecinos
Es un hombre de recia estampa, con un
rostro sereno surcado por el paso del tiempo, sus cabellos y barba blanca muy
bien aliñados, su vestimenta es muy presentable y a simple vista no parece un
vagabundo, tiene la apariencia de un intelectual; sin embargo cuando se le
escruta detenidamente se concluye que es un hombre de la calle. Don Jorge llega
puntualmente a las seis de la mañana a un determinado lugar de Antiguo
Cuscatlán, cargando sus pocas pertenencias en unas bolsas que deposita al pie
de un árbol ubicado en un arriate de la acera.
Este hombre de la calle no pide limosna,
mas bien los vecinos que pasan a su lado, le regalan de buena manera una parte de los comprados ya sea este pan,
tamales, cualquier otro alimento y alguna ves le dan unas monedas que le sirven
para comprar café en un lugar cercano,
El a todas estas deferencias de la gente
responde con una sonrisa y educados agradecimientos.
Don Jorge dice ser originario de San
Salvador y de que es un abandonado desde pequeño ya que su madre lo regalo a
los pocos meses de nacido, su padre adoptivo Julio Eleuterio, un mecánico de
profesión que lo crió como un verdadero hijo que le brindó todo lo necesario
para su desarrollo, cuenta que era
dirigente de un sindicato y que pertenecía al partido comunista y con cierta
sonrisa picaresca recuerda que el partido lo amonesto por tener dos mujeres.
Cuando se le pregunta sobre trabajos realizados, entra en un mar
confusiones y todo lo enmarca dentro del recién pasado conflicto armado
diciendo que su principal función fue
trabajar para alcanzar la paz, sin definir con que institución u organización.
Entre las incoherencias que relata dice que su padre con esfuerzo le consiguió
un millón de dólares para que se fuera a trabajar con Naciones Unidas
ad-honorem, con quien dice tubo un encuentro en Chalatenango donde estaba
desmontando la guerra. Luego se pierde
en un laberinto de ideas desordenadas sobre el tema de la guerra.
Don Jorge con seguridad dice: “yo soy de
izquierda, soy jesuistico, soy entregado a la cristología, que es la ciencia
que enseña el método cómo dañaron a Jesús, que es
el método general de cómo dañan a todos
los lideres del mundo”.
Al preguntarle si es feliz con la vida que
lleva, con aplomo responde: “Sí soy feliz; tengo mis momentos en que añoro una
cama, un plato de comida caliente, añoro estar en una parroquia o allá
en el desierto, que allá tendría que ir a trabajar, a mi lo que esta
ocurriendo en el Oriente me molesta y me impide ser más feliz”. Este hombre de la calle
duerme en una acera en el portal de una farmacia, lo que
asegura no molestarle ya que se acostumbró a la bulla del negocio nocturno, lo
cual no le afecta.
En cuanto a estudios realizados, Don Jorge explica: “ Sí
estudie, pero en una forma muy dificultosa primero por asuntos económicos y
después por ese astigmatismo que me habían formulado era una burladera, una
molestadora con frases de doble sentido, puntualizaciones directas que me
perturbaban”.
Conversar con este personaje es muy
interesante, habla con cierta propiedad y luego se pierde en su fantasía como cuando asegura que conoció a personajes
como Fidel Castro que vivió cerca de su casa, al padre Ellacuría con quien
hablaba y le daba clases; también asegura haber tratado a Edén pastora quien le
recomendó tener cuidado con las
entrevistas que diera a los periodistas.
Don Jorge de los 67 años que tiene, 16 los
ha vivido en las condiciones actuales vagabundeando por diversos rumbos, dice
que vivió cuatro años en el cementerio de Antiguo Cuscatlán y al parecer
seguirá en estas lamentables condiciones, sin la esperanza de que una institución se compadezca de su situación y le preste la
atención que debería merecer todo salvadoreño, sin menoscabo de de su salud
física y mental.
Al finalizar la conversación con este
singular personaje mandó un claro mensaje diciendo: “Tenemos que buscar la paz; pero la
paz solamente se logra ante el respeto mutuo de las naciones grandes con la
pequeñas, pero mientras nos quieran tener de
laboratorio o de experimentos sociales no habrá paz”.
Al escuchar las reflexiones de Don Jorge, un noble vagabundo,
me hizo pensar que personajes como El, sumergidos en un mar de confusiones y
fantasías, razonan de mejor manera y están más cuerdos que muchos de los
polítiqueros oportunistas plagados de falsedades y discursos demagógicos, que
utilizan para engañar a un pueblo.