miércoles, 10 de abril de 2013



Un feliz  reencuentro con la fotografía

Por: Iván C Montecinos


Me es grato escribir estas líneas con referencia al placer que he tenido, en días recientes, de volver a empuñar  una cámara fotográfica  y reencontrarme con esa valiosa actividad  de registrar   momentos muy importantes, algo que por extrañas circunstancias dejé   de realizar desde hace más de una década. Difícil es tratar de explicar las razones que me llevaron a alejarme de la fotografía, después de que esto fuera parte fundamental en mi vida y me permitiera registrar gran parte de la reciente historia salvadoreña. 

Como recordaran muchos de mis amigos y colegas, el fotoperiodismo  es una profesión a la que me dedique con mucha pasión durante el periodo del conflicto armado salvadoreño, comenzando en el tiempo de universidad por el año de 1978, cuando me desempeñé como instructor  y posteriormente profesor de fotografía y fotoperiodismo en el Departamento de Periodismo  de nuestra querida Universidad de El Salvador.

Cuando comencé a tomar fotografía en 1979, para ser publicadas en el periódico Primera Plana del departamento de periodismo, nunca se me cruzó por la mente que estaba destinado a llegar a especializarme en fotoperiodismo; pero la entrega y dedicación a esta materia en momentos políticos difíciles hicieron mella en  mi conciencia social y me permitieron valorar la importancia de la fotografía como documento testimonial de los graves hechos en El Salvador,  debido a una brutal  represión militar que dejaba una enorme secuela de  personas asesinadas entre las que habían campesinos, estudiantes profesionales y trabajadores.

Frescos están en mi  memoria y plasmados en  miles de negativos aquellos sanguinarios hechos represivos  contra las manifestaciones estudiantiles y de las organizaciones populares que  recorrían las calles de San Salvador demandando el cese de la represión y mejores condiciones de vida para una población sumergida en las peores condiciones antidemocráticas  y como respuesta obtenían las balas de fusil  G-3, arma oficial, en aquella época, de los cuerpos policiales y militares.               

Posteriormente  con el paso del tiempo ya con mayor experiencia en el uso de cámaras  y el trabajo en el laboratorio fotográfico, donde  se revelaba el negativo y luego se  imprimían las fotos en blanco  y  negro, se me presentó la valiosa oportunidad para trabajar en una   importantes agencia de noticias extranjera como lo era la United Press International (UPI) donde comencé en agosto de 1980.

Trabajar para agencias de noticias internacionales fue una inapreciable oportunidad que me permitió registrar fotográficamente la mayoría de hechos noticiosos de importancia que se dieron en el transcurso de la guerra civil salvadoreña que duró más de una década. Como comprenderán realizar el trabajo de fotógrafo de guerra no fue nada fácil, ya que se corría mucho riesgo tratando de captar las acciones bélicas de la guerrilla y el ejército del gobierno; además algunos de los periodistas en aquella época acompañamos y registramos todo lo que sufría la población civil en las zonas conflictivas. Eran tiempos, en el caso particular, que permanentemente  me hacía acompañar del equipo fotográfico, listo para registrar una acción  sin importar la hora y el lugar.

Al finalizar la guerra que dejó más de 75.000 muertos, 8.000 desaparecidos y un gran número de lisiados, también lamentamos la muerte de 18 periodistas entre nacionales y extranjeros, con algunos de ellos mantuve una estrecha amistad y fue muy dolorosa su  partida.

Con la llegada de la paz, sin que me percatara, poco a poco me fui alejando de las cámaras fotográficas, hasta llegar a un momento en que ya no hacía ni tan siquiera fotos familiares, las viejas cámaras de película resintieron el abandono y de pronto dejaron de funcionar, además se vinieron aceleradamente  tiempos de grandes avances tecnológicos y surgieron las modernas cámaras fotográficas digitales que para mi eran un tabú, que no me permitió conocerlas, mucho menos manejarlas, salvo en una que otra ocasión particular.

Fue necesario que  pasara más de quince años y por insistencia de uno de mis hijos, este año obtuve  una cámara digital profesional y nuevamente he tenido que pasar por un proceso de aprendizaje para poder manipularla y es que estos  nuevos equipos fotográficos, son tan simples que cuesta mucho su aprendizaje, especialmente cuando se requiere usarlos en el modo mecánico, que es como tradicionalmente he tomado fotografías, ya que considero que el automático, como en una ocasión lo dije en una conferencia en Alemania, es “para tontos”, comentario que permitió  que un amigo de aquel país europeo en meses posteriores  me mandara una novedosa cámara automática, con una nota que decía: “para que te hagas un poco tonto”.   

Bueno, lo interesante es que de nuevo mi  mente fotográfica se ha enchufado y  para comenzar en  estas pasadas vacaciones de Semana Santa, después de tratar de comprender el extenso manual de la cámara digital, 80 páginas,  hice las primeras fotografías enmarcadas en el concepto  de la tradición cultural de la época,  también disfrute mucho hacer fotos del medio ambiente marino y muchas tomas familiares. Finalmente creo que estoy superando un viejo trauma y me siento muy bien con el nuevo reencuentro con la fotografía que ojala me permita realizar en un mediano plazo algún significativo proyecto. 


                                                           Domingo de Ramos en Ataco                                                       
                                                         Domingo de Ramos en Ataco
                                                                                              

Semana Santa en Ilobasco